Las pitas o piteras llegan a las islas Canarias ya en el siglo XVI desde México, aunque su gran expansión se produjo a finales del siglo XIX por el interés mostrado por la "Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas" por su cultivo industrial para la obtención de fibras duras. Se plantaron sobre todo en las islas orientales, más secas, y zonas áridas de Gran Canaria y Tenerife. Las especies más utilizadas fueron Agave sisalana (sisal), A. fourcroydes (henequén) y A. americana (pita o pitera común). Sin embargo su cultivo industrial tuvo poco éxito, y se abandonó entorno a 1948, persistiendo algún aprovechamiento artesanal. Sin embargo las plantas, en un clima adecuado, prosperaron y se siguieron sembrando para cerrar parcelas, lo que incrementó aún más su expansión.
Hoy estos ágaves y sus parientes las Furcraea, forman hoy parte del paisaje canario. Especies invasoras de muy difícil eliminación y que llevan en las islas ya más de 500 años: Viera y Clavijo recoge cómo ya en el XVIII se utilizaba con frecuencia en la construcción de cobertizos o en la elaboración de cuerdas y otros utensilios, y el propio Humboldt (1799) narra cómo se usaban junto a las opuntias en los cercados, e incluso las plasmó en sus dibujos, lo que da buena cuenta de su expansión por aquel entonces.
Imagen: Wilhelm, G.T., Unterhaltungen aus der Naturgeschichte. vol. 6, t. 18, f.38 (1814).